domingo, 9 de junio de 2013

UN TEXTO DE ESTEBAN SARASA SÁNCHEZ, 2



Esteban Sarasa  Mitos y Ritos feudales en Aragón: El caso de Doña Brianda de Luna

Si el sentimiento dinástico y el sentido de casta produjo dentro del feudalismo
una organización de la familia aristocrática en linaje, descendencia o casa,
y una genealogía fundada en una filiación estrictamente agnaticia y patrilineal  con
todo lo inherente a esta concepción en lo que se refiere a usos matrimoniales,
primogenitura, signos heráldicos, etc.- esta conformación constituye una
nueva estructura que se fue instalando en la aristocracia para convertirse en su
marco primordial mediante un movimiento desde la cúspide y en sentido vertical
que produjo un efecto de vulgarización y la aparición de nuevas estructuras de parentesco (3).
Así pues, signos externos y hábitos internos de la nobleza feudal tuvieron cabida
en las clases medias no sólo en el ambiente rural sino también en el urbano, y,
asimismo, la concepción de la vida y las costumbres de la burguesía repercutieron
de algún modo en la vieja aristocracia que se sintió atraída por ello e incorporó a
su cultura peculiar algunas iniciativas de los grupos inferiores.
En el reino de Aragón, donde las estructuras feudales arraigaron con fuerza y
profundidad debido a que las transformaciones sociales que dieron lugar a la instalación definitiva de las nuevas clases medias se dieron con lentitud y evidente retraso, no sólo respecto al resto del Occidente europeo sino incluso respecto a Cataluña -integrados ambos territorios en la misma Corona-, la actitud de la aristocracia del país había creado una mentalidad cerrada, clasista y reaccionaria en muchos casos, basada especialmente en el sentido del linaje y en el parentesco de las grandes familias que habían demostrado en la reconquista merecer el primer puesto junto a la monarquía dentro del esquema organizativo del reino y como consejeros políticos del rey. (4).
La descendencia de los antiguos ricoshombres era la mejor garantía que conservaban en el siglo XIV - un siglo después de la conquista de Valencia y, por tanto, de la última empresa militar de Aragón en su expansión peninsular-los linajes más encumbrados de la época (5), aspirando siempre a un puesto preeminente en la organización territorial y administrativa y reclamando derechos y privilegios de autogobierno, jurisdicción plena en sus territorios y participación en las tareas políticas de la Corona.
Las grandes familias aragonesas consolidadas en sus estructuras de parentesco
y habiendo adquirido los hábitos propios de la aristocracia feudal a la que pertenecían, o bien se oponían a la monarquía - conflictos de la Unión que acabaron en 1348- o bien dirimían sus cuestiones territoriales o familiares mediante el enfrentamiento de los linajes,

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(3) Cfr. G. DUBY, La Vulgarización de los modelos culturales.  págs, 37-38.
(4) El reciente libro de Salvador de MOXO, Repoblación y sociedad en la España Cristiana medieval (Madrid, 1979)
 recoge algunos de estos presupuestos en los capítulos correspondientes
al área oriental de la Península, así como una excelente bibliografía sobre la
sociedad española de la época en sus múltiples aspectos.
(5) A fines del siglo XIV y comienzos del XV, se calculan unos veinte linajes en el reino de Aragón; heredados todos ellos de las familias aristocráticas más antiguas.

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